miércoles, 7 de enero de 2009

Capitulo 1







Capitulo 1
“Paralizada”.
Era la mañana del primero de marzo. El ruido del despertador anunciaba el fin de las vacaciones de verano.
Me costó levantarme ya que durante las vacaciones me levantaba a un horario mucho más tarde de lo debido.
Miré al reloj, y eran las 10:05; sin darme cuenta había pasado cinco minutos pensando.
Empecé a escuchar pasos que subían por la escalera, con eso supe que sería otro año en el que debería soportar los dramáticos gritos de mi mamá obligándome a levantarme.
Para evitar escándalos, decidí levantarme antes de que ella llegara a mi habitación, pero cuando me di cuenta otra vez había tardado pensando y mi mamá ya estaba en la habitación; -Nota mental: evitar pensar tanto las cosas antes de hacerlas-.
-¡Julieta!- exclamó con exageración.-¡Anda a bañarte!, no querrás llegar tarde tu primer día de clases ¿No?-siguió.
Decidí evitar responderle, no solo para evitar escándalos, sino que a como recién me levantaba, mis labios todavía no respondían la orden del cerebro que anunciaba `mover labios ´.
Me bañé rápido y me puse mi nuevo uniforme, que a decir verdad no me gustaba en lo más mínimo. Era una típica chomba blanca, con el logo de la escuela con un muy vulgar escudo que no tenía el mínimo sentido, seguido de una pollera con tablas tan largas que casi no podía ver mis rodillas, era de un gris viejo, y hacía ver mi pálidas piernas aún más blancas. De calzado tenía unos zapatos, tipo mocasines, negros y sin brillo alguno con excepción de la hebilla que decía `soy una nerd ´, y unas medias blancas que tapaban casi el resto de mis piernas.
Me hice un peinado moderno, por lo menos para parecer un poco joven dentro de toda esa ropa. Me recogí el cabello hacia el costado y deje mi flequillo recto bien peinado. Luego me puse apenas un poco de discreto maquillaje y bajé a desayunar a pesar de la hora que era.
Mi mamá me había preparado unas ricas tostadas y un café con leche, ella si que me conoce.
Casi no probé las tostadas y el café con leches de enfrío tanto que ya ni lo quise. A decir verdad los nervios me estaban comiendo, no sabía lo que me podía esperar en una nueva escuela donde no conocía a nada ni a nadie.
¿Con quien me sentaría este primer día?, si me quedaba sola todos iban a notar lo poco sociable que soy, pero tampoco quería sentarme con un desconocido, la idea me aterraba.
El reloj anunció las 12:00, a las 12:30 debía estar yendo hacia la escuela que quedaba un poco lejos, y no quería llegar tarde el primer día.
Media hora faltaba para “mi muerte”. ¡Estaba tan nerviosa!, no podía parar de dar vueltas y mirar el reloj. Parecía que los minutos pasaban como segundos, y que poco a poco llegaba la hora de enfrentarme a ese miedo que seguramente en unos meses lo recordaría con carcajadas.
El reloj marcó las 12:29, mi mamá pegó un grito de que me esperaba en el auto, y mi cuerpo dejo de responder.
Algo raro estaba pasando, mi cerebro enviaba la orden de moverse, pero mi cuerpo parecía no escucharla. Intenté mover las piernas, pero no podía, estaba paralizada.
Pero de pronto pensé que si estaba así era peor, por fin volví en mi, y pude moverme.
Agarré mis cosas y subí al auto.

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