El tiempo pasó, y se hicieron las tres. Me dí por vencida, y me saqué el uniforme. No tenía sentido tenerlo.
Pasaba el tiempo, y mi mamá no llegaba, yo estaba preocupada a decir verdad.
Se hicieron las cinco, y mi mamá llegó por fin.
Lo primero que hice es obviamente ir hacia ella para hablarle.
-¡Mamá!, ¿sos loca?.. ¿Dónde te habías metido?, estuve preocupada por vos, y aparte, no fui a la escuela. ¡Falte el segundo día de clases!. ¿Por qué?, por tú culpa, que no viniste para llevarme. Y te estuve esperando cambiada, y después como vi que no venias, me saqué el uniforme. ¡Pero eso no es lo importante!, ¡¿Dónde te metiste mamá?!.
-Julieta, espera. Te voy a decir tres palabras que van a responder todas tus preguntas, y vas a ver que yo no tengo la culpa.
- Jajá- le dije con ironía. -¿Qué me vas a decir?, “soy-tú-madre”. ¿Eso?, pero no, ahórrate tus tres palabras, porque seguro no hay excusa que valga para no venir a llevarme, para ni siquiera avisarme. Porque no te costaba nada un llamadito, diciendo “ no puedo ir a llevarte, andate en subte, en colectivo, no vallas...”, ¡Pero no!, me dejas con el corazón en la boca un par de horas, y ahora queres solucionar todo con tres palabras. Así no mamá-
- ¡Julieta para un poco!, ¿me vas a dejar hablar o vas a seguir hablando vos?, porque si queres no doy ninguna explicación y listo. Aparte un poco de respeto, soy tu madre ché.-
- Bueno, entonces decime tus tres palabras y vemos-
- Bueno, pero te vas a sorprender!- dijo riendo. ¿Qué iba a decir?, ni idea, pero algo andaba mal.
- Bueno, basta de suspensos, y decilo de una vez mamá-.
- Bien. “Hoy-es-sábado”-
En ese momento me quede callada, ¿podía ser tan estúpida?. La respuesta era sí, podía y lo fui.
Me entró a subir un calor en el cuerpo y me ruboricé toda. Fui una idiota, como no pude saberlo, que estúpida.
Mi mamá solo me miraba no decir nada, y reía.